Casi todos concuerdan que somos seres morales y que tenemos un sentido agudo del bien y del mal. Lo que nos distingue es como determinamos cuales son los estándares y la base de la moralidad en sí.

En el ateísmo, la bondad y la maldad la define el individuo o la sociedad. Sin embargo, nadie vive así. Todos saben que hay ciertas cosas que son objetivamente y absolutamente malas sin importar lo que otros creen al respecto.

En este episodio mostramos que solo si Dios existe tenemos un fundamento para la moralidad objetiva y para la obligación moral.